martes, 11 de agosto de 2009

La mediática: nuevo escenario

Por Fausto Segovia Baus

Los militares manejan bien la teoría de los escenarios, dentro de un complejo conjunto de variables e indicadores, para tomar decisiones estratégicas y acciones concretas denominadas tácticas en el manejo de la guerra.

En el mundo civil los escenarios también son utilizados por los cientistas sociales y por aquellos que deben afrontar conflictos, dentro del maravilloso campo de juego que es el poder.

Efectivamente, desde el punto de vista epistemológico –científico- y metodológico, el poder es uno de los temas más fascinantes, que no ha sido descifrado del todo, pero que los politólogos han encontrado algunas pistas, desde diferentes enfoques: Aristóteles y su “zoon politikon”; Rousseau y su “Contrato Social”; Montesquie y su “Espíritu de las Leyes”; Thomas Moro y su “Utopía”; Maquiavelo y el “El Príncipe”; Carlos Marx y “El Capital”, Adolfo Hitler y “Mi lucha”; Manfred Max-Neff y “El desarrollo a escala humana”, entre otros. En la mayoría de autores hay dos líneas en común: la búsqueda de explicaciones de la realidad y la propuesta de lograr la felicidad humana.

Arriba decía que el poder es un campo de juego. Esta frase le corresponde a Huizinga, quien calificó en su obra “El homo ludens”, que la política en un sentido amplio es un eterno juego, en el cual hay jugadores, escenarios, tiempos y situaciones creadas arbitrariamente o simuladas para crear efectos o resultados esperados. La política es entonces un mundo imaginario o real, en el que intervienen actores y actrices –no necesariamente de la farándula- que buscan el poder –algunos con idealismo y otros con no tanto desprendimiento, pues lo utilizan no para servir sino para servirse del poder. De ahí que –se ha dicho- el poder es para los jugadores, pero ahora la cancha no es el estadio ni la tarima sino el escenario mediático.

Así, los medios de comunicación –prensa, radio, televisión e internet, en todas las modalidades y combinaciones- constituyen un nuevo poder o contra poder que entran sutilmente al juego y donde las “piezas” que producimos y transmitimos son los mensajes. ¿El medio es el mensaje?, pregunta MacLulhan. ¿O definitivamente es el “masaje” que adormece las mentes?

Les invito a releer “El homo videns”, de Giovanni Sartori, quien en el capítulo sobre las nuevas tecnologías y la democracia ofrece el panorama o el nuevo escenario de la política que nunca imaginó Aristóteles.

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