domingo, 9 de agosto de 2009

El discurso de la imagen

Por Fausto Segovia Baus

La revolución de las tecnologías constituye un cambio radical de las instituciones y de las actitudes de los individuos. En la actualidad no hay actividad humana que no tenga una relación directa o indirecta con la TICs o Tecnologías de la Información y la Comunicación. Vivimos el nuevo discurso de la imagen.

La prensa, la radio, la televisión y la Internet son medios masivos que, en la práctica, se han convertido en escuelas paralelas. La satanización de los medios y de la cultura mediática, de acuerdo con las investigaciones, no lleva a ningún lado. Hay que convivir con su presencia –u omnipresencia de estos aparatos y sus mensajes-, buscar mecanismos para una educación audiovisual y construir una pedagogía de la imagen.

Las protestas contra la televisión y otros medios pueden resultar estériles, si toda esa energía no se la invierte en propuestas o alternativas.

La nueva educación

El sistema educativo, con algunas excepciones, se mantiene dentro de parámetros tradicionales. Prevalece el dictado, el enciclopedismo, la memorización y a veces ni eso: la educación formal se vacía progresivamente de cultura y se halla desfasada, inmovilizada en las cuatro paredes de un aula, cuando el mundo gira alrededor de la comunicación y la intercomunicación.

Esta realidad no se la puede ignorar, negar o combatir, cuando la importancia de la comunicación cobra fuerza día a día. Así, aunque parezca descabellado, la nueva educación debe incorporar críticamente el discurso de la imagen, para desarrollar propuestas innovadoras, concibiendo creativamente alianzas con la prensa, la radio, la televisión y la Internet, para ganar responsablemente espacios para la libertad y la responsabilidad.

No a la hostilidad

Un punto de partida es el hecho de que el trabajo con los medios de comunicación no puede considerarse una actividad más, sino una estrategia pensada e intencionada –tan importante como el libro de texto, porque en cierto modo la imagen es también un texto-, que lleve a los estudiantes, con la facilitación del profesor, al descubrimiento de la realidad, al encuentro con su medio inmediato –la sociedad, la naturaleza y el mundo-, y a la solución de los problemas reales de la vida.
La hostilidad hacia los medios se debe en parte o es consecuencia del temor a la competencia que tienen ciertos profesores, que se sienten amenazados por el protagonismo, especialmente de la televisión, que les quita espacio y discurso.
Hoy –queramos o no- nuestros chicos y chicas son ciudadanos y ciudadanas del mundo, hijos de la televisión. Y están signados por un nuevo paradigma, cuyos códigos los adultos no comprendemos.

Actitud abierta

Pero hay algo más profundo: prevalidos de una relación jerarquizada y vertical, paternalista y autoritaria, los adultos no admitimos fácilmente las relaciones horizontales y peor estamos en condiciones de inferioridad con respecto a nuestros hijos o nuestros alumnos, que manejan los códigos audiovisuales con suficiencia y fascinación.

Por eso, sólo con una actitud abierta hacia los medios lograremos cambiar las escuelas, porque, en realidad, el currículo oficial está desbordado. El currículo oculto, no escrito, no verbal se impone.

Los medios deben entonces incorporarse como ejes transversales del currículo, y en ocasiones ser trabajados como la música, la pintura, la literatura y otras artes, y como apoyo al Lenguaje, a las Ciencias Sociales, a las Ciencias Naturales, la Filosofía y la Matemática.

Recordemos que los medios de comunicación masivos representan la mediación entre la cultura social y la escolar. ¿Cómo podemos alejar del aula los instrumentos culturales de mayor impacto social? No hay alternativa: tenemos que educar para la imagen. La pedagogía de los medios se impone. Porque el impacto de la imagen es más fuerte que la palabra.

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