Por Fausto Segovia Baus
Deleuze, en La ciudad de Pericles, decía que “las relaciones humanas comienzan con una métrica, una organización del espacio que sostiene la ciudad. Un arte de instaurar justas distancias entre los hombres, no jerárquicas sino geométricas”.
Estas relaciones generalmente han sido jerarquizadas por modelos de comportamientos y conceptos de lo que debe ser una ciudad, sobre la base de intereses de poder, es decir, jerárquicos, antes que nacidos de los consensos y acuerdos.
Estamos convencidos que la ciudad es un espacio real para la educación de sus ciudadanos y ciudadanas. En efecto, “la educación unida a la ciudad supera los espacios formales e institucionales y rescata la capacidad del ser humano para el asombro y para múltiples lecturas de sus espacios cotidianos”.
El proyecto de Ciudad Educadora radica entonces en un propósito fundamental: generar desde la ciudad un nuevo tipo de educación ciudadana que ofrezca a todos -y muy especialmente a los niños, jóvenes y adolescentes- referentes necesarios para descubrir su ciudad, amar su ciudad y respetarla, sobre la base del respeto profundo del otro.
Reconocemos que el currículo de Estudios Sociales sobre esta materia es limitado. Es urgente buscar mecanismos creativos para, desde los sujetos, construir un imaginario de ciudad que ayude a actuar sobre los problemas y encontrar socialmente las soluciones.
Esto implica, naturalmente, un plan emergente de carácter interdisciplinar, la formación de un nuevo tipo de docencia y una escuela innovadora con otros valores, procesos y contenidos, de carácter no reproduccionista que den piso –esperanza, diríamos- a una pedagogía para vivir en una ciudad donde los conflictos son los escenarios naturales de la vida. Esta pedagogía es el aprendizaje centrado en la resolución de problemas conocido como ABP.
El reconocimiento del conflicto como esencia de la pedagogía es el primer paso para formular objetivos, procesos y contenidos y, por supuesto, a encontrar las soluciones. El estudio de los lenguajes y lecturas de la realidad plantea, desde la comunicación educativa, un mecanismo para formar ciudadanos conocedores de sus derechos y, sobre todo, de sus deberes, desde la perspectiva de la no violencia activa.
Manuel Castells ha realizado algunos estudios sobre la ciudad en la era de la información. Según el citado investigador los espacios de interacción humana se han ampliado gracias a las nuevas tecnologías de la información, que no agotan ni subsanan, desde luego, las evidentes fragmentaciones de la sociedad moderna, donde emergen el desorden y las violencias de todo tipo, especialmente en territorios juveniles.
El modelo de ciudad que oficializa una socialidad urbana fundada en una alteridad amenazante no puede realizar la democracia, ni darle juego a la necesaria pluralidad que la sustenta.
Cuando la fuerza física es el valor de cambio no cabe otra alternativa que pensar en un proyecto educativo de la ciudad para sus ciudadanos y de los ciudadanos para su ciudad.
sábado, 8 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario