domingo, 9 de agosto de 2009

La escuela invisible: nuevas visiones a antiguos problemas

Por Fausto Segovia Baus

La “otra escuela” existe. Aquella que no se la ve, pero que forma parte de la cotidianidad y que marca para siempre a sus actores.

Los gobiernos, los padres de familia y los propios estudiantes se preocupan de las condiciones internas y externas de la escuela: profesores, plan de estudios, infraestructura, equipamiento, material didáctico, biblioteca patios y letrinas. Sin embargo, ¿quiénes se interesan por la aplicación del modelo educativo –si existe-, los métodos de enseñanza aprendizaje, la vida escolar como proyecto cultural y ético, y las condiciones vitales de los niños y niñas que asisten a los planteles, especialmente públicos?

Hay que reconocer que existen esfuerzos y programas cualitativos en esa línea, como la reforma del currículo en proceso, la capacitación de los profesores, y otros como la alimentación escolar, los útiles escolares gratuitos y la distribución de uniformes que se inscriben en criterios de equidad social. Pero, ¿está afrontando el sistema educativo el problema de la deserción y repetición, que llega a cifras alarmantes?

Los factores asociados

La escuela invisible no es sino la otra cara de ese mundo invisible –cultural, económico y social- que forma parte del subdesarrollo biológico y mental que afrontan nuestros pueblos, especialmente en los sectores urbano-marginales y rurales, y que forman parte del atraso estructural.

Los factores exógenos o asociados inciden poderosamente en la calidad de la educación, y obviamente en el rendimiento escolar: “la necesidad de trabajar, la desnutrición, los problemas de salud, la distancia y el tiempo que tardan estudiantes y profesores en acudir a la escuela”, según Ernesto Schiefelbein.

Y la tragedia subsiste. Porque la deserción escolar es una verdadera tragedia en lo emocional, social y económico ya que el Estado sostiene un sistema muy bueno en cobertura (95%), pero deficiente en los mecanismos de retención de los niños y niñas que son lanzados, virtualmente, a la calle en busca de sobrevivencia (50%).

¿De qué sirve que el Estado aumente cada año su presupuesto en el 0.5 del PIB, si no tiene estrategias concretas para superar este problema estructural?

Educación, salud, empleo

Los especialistas en documentados análisis establecen que el problema es real, pero que la solución escapa usualmente a la responsabilidad propia del sector educativo, porque es necesario articular acciones con los sectores de salud y empleo, que corresponden a políticas públicas de los gobiernos.

Esta sectorización que sirvió para fines de planificación en el siglo XX ya no sirve en la actualidad. Las políticas de desarrollo humano son unívocas e integran los ámbitos del desarrollo social íntimamente vinculadas a las del desarrollo económico, y operativamente están unidas, según los índices de desarrollo humano, reconocidas por las Naciones Unidas: la escolaridad, la salud, la nutrición y el empleo.

Acciones prioritarias

En el contexto micro educativo es urgente algunas acciones prioritarias: articular los Proyectos Educativos Institucionales –los PDI- a una reforma consistente del currículo que integre los aspectos invisibles, que por estar “implícitos” han servido para marginar y excluir; fortalecer las organizaciones de comunidad y a falta de ellas promover grupos de trabajo y programas asociados a la calidad, con la intervención activa de estudiantes, padres y profesores; integrar a nivel local la escuela, el centro de salud más próximo y las empresas del sector; fomentar la gestión escolar, a través de mecanismos de rendición de cuentas, que permitan la construcción de una sociedad democrática; realizar un seguimiento de los niños y sus familias, que dejan de acudir a la escuela.

No se olviden que el propósito fundamental de toda educación es preparar para el mundo de la vida. Y ello implica dos acciones o actitudes concurrentes: el cuidado y atención de uno mismo, y el cuidado y atención de los demás. Insistamos en lo primero y luchemos por lo segundo, como hacían los antiguos griegos: por el cuidado de los ciudadanos y la ciudad.


Modelo preventivo

Los índices de calidad educativa, dentro de un modelo preventivo, se agrupan en tres categorías:

•Las que expresan relaciones entre los ‘inputs’ o entradas al sistema educativo y la escuela y los valores sociales: sistemas de admisión de estudiantes y profesores; equidad de acceso (qué alumnos ingresan y quiénes desertan y por qué); equidad en la asignación de recursos humanos, materiales y económicos. En síntesis, indicadores de igualdad de oportunidad educativas.
•Las relaciones entre la estructura, procesos sociales, curriculares e instructivos en las instituciones educativas, valores, expectativas y necesidades sociales: estructura de autoridad y participación en la toma de decisiones; clima institucional, validez cultural del currículo y de los sistemas de evaluación.
•Las que regulan las relaciones entre los objetivos y los resultados educativos, por un lado, y las expectativas y necesidad sociales, por otro. La rendición de cuentas es clave en esta estrategia.

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