Por Fausto Segovia Baus
Revertir con investigación y pasión, con ciencia y conciencia, antes que capitular ante el estatus quo -caracterizado por el “vacío ético” y las desigualdades abrumadoras- es un desafío del docente del tercer milenio.
Descifrar el problema del poder a través del estudio de la semiótica didáctica no es una tarea fácil, pero ante la omnipresencia del currículo oculto que continúa operando, no obstante y a pesar de lo que describe el currículo abierto, resulta subyugante realizar un ejercicio investigativo serio, que busque alternativas teóricas y metodológicas para indagar algunas aristas del problema, a través del análisis del discurso pedagógico y el currículo oculto que desplaza, en la práctica, los ideales educacionales profesados.
La teoría crítica
Una de las alternativas se inspira en la teoría crítica que se fundamenta en la afirmación que los “hombres y mujeres somos en esencia libres y que habitamos un mundo repleto de contradicciones y asimetrías de poder y privilegios”.
La teoría crítica, en efecto, aprueba los enunciados que reconocen los problemas de la sociedad como algo más que simples hechos aislados de los individuos o deficiencias de la estructura social. Individuo y sociedad están inextricablemente entretejidos; en consecuencia, la teoría crítica intenta trazar interacciones desde el contexto a la parte, desde el sistema interno al hecho, lo cual revela un pensamiento definitivamente dialéctico, en la medida que reconoce a la educación superior como un espacio de reproducción de saberes dominantes, ante lo cual sería posible, lejos de los determinismos y ultrismos, la construcción social de los conocimientos o optar por la estrategia del “conocimiento emancipatorio”, que es la posición central de Jürgen Habermas.
Misiones trascendentales
Aunque es verdad que nunca podremos escapar de las ideologías, el docente de educación básica en nuestro concepto, tiene dos misiones trascendentales: revelar cómo la subjetividad es construida y legitimada por medio de los discursos pedagógicos, y desafiar las relaciones imaginarias que los estudiantes viven, relacionadas con las condiciones simbólicas y materiales de su existencia.
La labor del docente no es neutra
La labor del docente no es, por lo tanto, neutra; no es “inocente”. Si no hay esfera neutral, ¿cómo articular la experiencia del estudiante con los objetivos de aprendizaje?
El discurso del docente no puede quedarse en la denuncia social o en la disonancia cultural. El maestro debe ser consciente que el lenguaje, el conocimiento y el poder están fuertemente unidos.
Revertir con investigación y pasión, con ciencia y conciencia, antes que capitular ante el estatus quo -caracterizado por el “vacío ético” y las desigualdades abrumadoras- es un desafío del docente del tercer milenio.
Algunas constataciones
•La naturaleza y el impacto de los mensajes –conscientes e inconscientes- del docente en sus alumnos (la transmisión reproductora de la herencia cultural).
•El análisis del discurso pedagógico, en la educación básica, –poco estudiado en nuestro medio- y sus repercusiones en la formación o la deformación –en casos- a través del uso social del discurso, la intencionalidad que trae aparejada y, por supuesto, sus posibles efectos en el ser y el modo de ser de los niños, niñas y adolescentes.
•El inventario de las formas narrativas y discursivas, como paso previo para identificar el meta discurso que subyace en “lo dicho y lo no dicho”, es decir, en el texto y el currículo oculto, y su problema básico: la naturaleza de los objetos del saber –modales o propiamente semánticos- que comunican los docentes.
•Si bien existen algunos estudios sobre los textos escolares, la importancia de la comunicación lingüística y muy particularmente de la semiótica didáctica y la incidencia del currículo oculto en los aprendizajes, no han sido considerados como objetos de investigación prioritarios en el ámbito de la educación básica.
•Se advierte, por tanto, la poca o ninguna articulación existente, en el plano fáctico, entre la comunicación y la pedagogía, para la construcción de mensajes con intención educativa, sobre la base de análisis rigurosamente científicos del discurso pedagógico y propuestas para construir nuevas capacidades narrativas.
•Lo anterior establece la grave incidencia de la educación de corte reproduccionista, en general, y de la pedagogía que mutila la narratividad, en particular, en el desarrollo del pensamiento y la formación de valores del estudiante ecuatoriano, que se expresan, en este caso, en distorsiones o arquetipos discursivos, verbales o no verbales, que contribuyen a instaurar un modelo autoritario y hegemónico generador, correlativamente, de baja autoestima y sentimientos de inferioridad reconocidos en varios estudios precedentes.
•Por último, es indispensable subrayar la necesidad de encontrar en un nuevo discurso pedagógico y en las nuevas capacidades narrativas, la raíz de un cambio cualitativo de la sociedad, en el que la escuela debe influir y así mejorar los aprendizajes y formar un discurso crítico en los estudiantes.
domingo, 9 de agosto de 2009
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